El 9 de mayo se cayeron los sistemas que regulan el flujo de mercancías en el puerto iraní de Shahid Rajaee, provocando atascos en mar y tierra. Según The Washington Post, fue un ciberataque israelí, en respuesta a un ataque a su red hidraúlica
Sin misiles ni tanques, pero con potencial devastador, las guerras digitales se abren paso. Según varias informaciones, en el último episodio, Irán e Israel, dos países antagonistas desde hace cuatro décadas, se han lanzado ciberataques el uno contra el otro. Fueron asaltos de baja intensidad, pero lo suficientemente dañinos como para, sobre todo en el caso del israelí, provocar un quebradero de cabeza.
El nueve de mayo pasado la actividad se detuvo inesperadamente en el habitualmente ajetreado puerto iraní de Shahid Rajaee de la provincia de Hormozgan. Los sistemas informáticos a cargo de la regulación del flujo de buques y mercancías se cayeron, provocando atascos en mar y tierra. Mohammad Rastad, gerente de la Organización Marítima y Portuaria iraní, reconoció un «ciberataque», pero no señaló a un autor.
Este martes, el periódico estadounidense The Washington Post asegura, citando a fuentes extranjeras, que el puerto iraní fue víctima de un ciberataque israelí. El golpe, presumiblemente, respondía a uno anterior, lanzado a finales de abril pasado contra la red hidráulica de Israel. Aunque Tel Aviv no apuntó públicamente a ningún responsable, la cadena Fox News aseguró que fueron iraníes.
Teherán ha rechazado toda implicación en aquel primer ciberataque contra al menos dos centros de mando de la Autoridad del Agua israelí. Funcionarios próximos a lo sucedido han explicado al Post que los informáticos trataron de bloquear los ordenadores a cargo del flujo, depuración y potabilización del agua. La intromisión, matizan, fue despejada antes de provocar daños significativos.
Con todo, este plano nuevo de la vieja confrontación entre iraníes e israelíes, pues tiene como objetivo sendas infraestructuras civiles, fue lo suficientemente alarmante como para entrar en el orden del día de la reunión del gabinete de Seguridad israelí. Allí, se cree, es donde se decidió responder de forma similar al ataque, provocando colas de camiones de varios días en los aledaños del puerto Shahid Rajaee.
Así, mientras los bombardeos israelíes contra bases y arsenales de fuerzas vinculadas a Irán se prodigan en Siria – donde Teherán opera con permiso del Gobierno de Asad contra las fuerzas opositoras – una ciberguerra se libra en paralelo. Teherán y Tel Aviv se han acusado mutuamente en el pasado de atacarse. Ambos poseen unidades informáticas especializadas cuya efectividad sorprende a expertos.
El pasado diciembre, el ministro de Telecomunicaciones de Irán, Mohammad Javad Azari Jahromi, dijo que el «escudo de ciberseguridad» local había atajado por dos ataques contra las agencias de Inteligencia. Aunque no señaló al responsable, la necesidad de evitar tales intromisiones es el argumento de parte de las autoridades
para apoyar la creación de una Internet local, desconectada del exterior.
Durante la década pasada, se cree que Israel y los EEUU desarrollaron conjuntamente el Stuxnet, un programa malicioso tipo gusano – capaz de multiplicarse a sí mismo para infectar todo tipo de equipos – al que se le atribuyen múltiples daños en la infraestructura nuclear iraní, sobre todo en centrifugadoras de uranio. Corea del
Norte fue otro de los objetivos del programa
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